viernes, 20 de abril de 2012

escapismo

He leído en varios blogs esta mañana comentarios y post sobre los padres que se dedican un tiempo a ellos mismos, dejando a sus criaturas en manos de otros, léase canguros, familiares y demás con cierta regularidad. 

La mayoría de los comentarios eran críticas argumentando que al tener hijos, los intereses personales quedan en un segundo plano por el bienestar del niño y que desde su aterrizaje en este mundo debe incluírsele en todo. Para qué lo has tenido, si lo vas a apartar, vienen a decir.

Conste que estoy simplificando, pero más o menos el rollo era así.

Así que me voy a retratar.

Mañana esta madre ranchito se va a otra localidad a reunirse con sus antiguos compañeros de instituto para cenar, probablemente tomarse más vinos de lo recomendado por la OMS, luchar a brazo partido contra la inercia monacal de irme a la cama no más tarde de las 11 de la noche y trasnochar, sí, trasnochar¡¡¡ sin mi pareja y sin el fruto de mis entrañas... un acto totalmente egoísta en la que la única beneficiada seré yo misma. Y encima, me quedo a dormir en casa de mi antigua mejor amiga y compañera de correrías adolescentes.

Mi chico tendrá que asumir las riendas de todo, hacer cena, preparar baño, contar el cuento y hasta levantarse todas las veces que toque porque mami estará de fiesta y no va a dormir en casa.

El hecho de ser madre no implica que no pueda desmelenarme de vez en cuando. Mi obligación es cuidar de mi hija y asegurarme que va a estar bien. Y lo estará y seguro que se divierte más con su padre a solas que estando yo, que no paro de fastidiar con la hora de acostarse, que se lave los dientes y que no juegue con la plasti después de haber cenado que se mancha.

Me encanta estar con Lola, pero también me apetece disfrutar de espacios en los que sólo tengo que ver  yo, ni mi hija ni mi pareja. Yo sola. Sola con mis cosas, mis amigos, mis intereses.

Y lejos de pensar que puedo perjudicar a mi pequeña, siento que la beneficio, ya ven cómo soy.