martes, 3 de julio de 2012

Estiviles de la discordia

La red está llenita de consejos. Para todos. De todo. Sensatos, cuerdos, locos, absurdos. Cada quién escoge lo que le resulta más cómodo, más afín. El problema viene cuando osa decirlo en voz alta y no tiene los redaños suficientes como para capear el temporal con la gallardía y el aguante de una Juana de Arco. O el sentido del humor que le permita torear a la masa furibunda sin sentirse vilipendiado.

Hay personas de bien, pacíficas, amables incluso, que sueltan sus reflexiones y son atacadas por ello. Y no se crean que están invocando a la supremacía aria para la creación del IV Reich, ni están aportando fórmulas químicas para la manufactura casera de explosivos con fines terroristas, ni hacen apología del catálogo de delitos tipificados por el código penal. No. Nada de eso.

Hace unos días se creó un movimiento en la red llamado "Desmontando a Estivill" en el que un grupo de madres contrarias a las teorías conductistas del Dr. Eduard Estivill le acribillaron, algunas con auténtica ferocidad, mediante artículos en sus blogs, tuiteos y feisbukeos. Observé el fenómeno desde una discreta distancia, curiosa al principio, aburrida en el medio y hartita al final.

Y me inventé una teoría en la cual una horda cantidad de madres unidas por una idea que a su entender supone una amenaza para la crianza saludable de sus retoños suponen una suerte de hooliganismo maternal que se retroalimentan unas a otras subiendo el tono de las soflamas a cada post o comentario, en una onda muy inquisitorial y a mi gusto, peligrosa (para mi sensibilidad).

Leyendo el inteligente, sensato y desdramatizador post de Mi Gremlim No Me Come (y los comentarios, no se los pierdan) me alegro de no tener tantos seguidores como ella y no tener que estar dando taaaaantas explicaciones, hasta con miedo -intuyo- porque la popular (masa lectora) se pone suspicaz y faltona cuando uno no está de acuerdo con el trendic topic de la semana. Y a la que te descuidas y opinas, te envían a la residencia.

Estamos fatal, amigas. Fatal.

Yo nunca he sido de grupos, pandillas, clubes ni nada que semeje un conjunto de personas con uno varios elementos en común. Ni de niña. Se me da mal. Acabo saliendo por peteneras. Y ante este tipo de manifestaciones, me reafirmo en mi postura de solipandi.

Normalmente, cuando leo un blog en el que se defienden ideas o posturas que no comparto, pues me piro. Si me pilla animada, igual y dejo un comentario en el que jamás de los jamases he insultado a nadie (que no conozca, a los que conozco sí insulto, es un grado de amistad). Me gusta disentir, entender y aprender, no pelear a lo pendejo. No necesito convencer a nadie de mi forma de vida y crianza. Y no me importa que me critiquen, al revés, hasta me gusta si lo haces bien, con inteligencia y educación. Y si lo haces mal, seguro me voy a divertir.

Miren, muchas de las que se rasgan las vestiduras ante la aplicación del método Estivill de marras, harán cosas que a ojos de otras nos parezca el horror de los horrores.Y he aquí una muestra de mi particular catálogo de comportamientos familiares que a mí me producen urticaria:

- Como es verano, vamos a dar un paseo con los churumbeles. A medianoche. Total, es verano, no pasa nada si se les descuadran los horarios y se les queda el cuerpo pa Triana. Que se duerman cuando sea, que hay que disfrutar.
- No les regañes ni les castigues, que se trauman. (Este va derecho al top ten de la estupidez).
- Pobrecitos, si son niños. Déjalos que corran. Entre las mesas del restaurante llenito de gente. Dando alaridos y derribando camareros. Que se diviertan.
- ¿Llevar a mi hijo a una manifestación? horror¡, quita, quita... con lo mona que está con su mantilla en las procesiones de Semana Santa.

Y así puedo seguir ad infinitum. Porque cada quién tiene sus filias y fobias. Porque cada quién cría a sus hijos según sus entendederas, su educación, su modelo social, su entorno y sus posibilidades.

Como le da a uno la gana. 

Y mientras no vengan los servicios sociales a buscarte con una orden judicial, tira millas. Hombreya.